domingo, 11 de junio de 2017

Y CERVANTES ME ESCRIBIÓ TELEGRAMAS AZULES

Uno ya no está acostumbrado, (maldita wifi), a recibir ni cartas ni telegramas azules, esos que iban de Sur a Norte, y que mandaba el viejo marino cuando tocaba tierra en esos lugares mágicos que en el pasado anduvieron llenos de cautivos cristianos, algunos de ellos mancos. Vacaciones día veintitrés. Se recupera Norbe? Besos. Bassora. Espero estéis bien. Anda ya Lola? Besos. Estambul. Ya tiene dientes Tai? Besos. Bizerta.  Ganas de veros. Estefi está mejor? Besos Casablanca... Aquello fue cuando nuestra casa, como recitaba Scherezade, era el mundo.

Pero esta semana recibí una carta que me evocó a uno de esos telegramas azules, que iban de Sur a Norte; la firmaba el Director de la Real Academia de la Lengua, el señor Darío Villanueva, y en ella daba las gracias al periódico en el que trabajo por el opúsculo publicado recientemente y en el que se recogían todos los artículos y colaboraciones solicitadas a escritores y personalidades de la cultura, y que durante todo el año del Centenario del soldado, del escritor y del manco más universal, se fueron publicando mensualmente en el Periódico Tierra. Así que esta semana, por gracia de Cervantes, he vuelto a recibir telegramas azules.

El periódico decidió pasar un año, que cuatrocientos años no es nada, con el más humano de los caballeros, y siguió sus pasos desde el Tercio Lope de Figueroa, donde combatió en Lepanto como soldado aventajado, hasta el descubrimiento de sus restos en el convento de las trinitarias cuatro siglos después. Esa orden Trinitaria a quien Cervantes debía su bien más preciado: la Libertad; La libertad, Sancho. Es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualárselos tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida…

En el acto oficial que tuvo lugar en las Trinitarias estaban formados aquellos soldados descendientes de los viejos Tercios de infantería que bien sabían que ningún rencor les guarda ya don Miguel, a quien ahora cubren de honores; a sabiendas de que varias veces solicitó puesto tanto en Tercio como en las Indias y siempre le fueron denegados. En 1582 solicita plaza vacante en las Indias, pero le es denegada de mala manera y en 1590 vuelve a solicitar vacante en las Indias y le es denegada con un: Busque por acá en que le se haga merced.

El viejo soldado, victorioso en Lepanto, cinco años cautivo en Argel, buscó su merced en la imaginación y encontró el mayor de los tesoros posibles: el descubrimiento del alma humana. Tal vez porque vivió grandes victorias como aquella más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros, y al que acompañó, en palabras de Darío Villanueva, tenazmente también el fracaso y que al fin de sus días, después de haberse desgastado en afanes indignos de su talento, dio a luz una obra genial.

El Tierra, que tiene el mismo nombre, aunque viajando por caminos diferentes, que el periódico que editaba a principios del siglo pasado Ramón J. Sénder, se llenó durante un año de Cervantes y Quijotes y, sobre todo, de caballeros. 

Darío Villanueva, un caballero, escribió sobre los documentos autógrafos que presentó la Real Academia de la Lengua en el centenario; en diez de ellos, escribe, se hablan de las fatigas, de los sinsabores e, incluso, de las miserias que, entre 1588 y 1591, Miguel de Cervantes hubo de sufrir por tierras andaluzas como comisario real para el aprovisionamiento de las galeras de Su Majestad. Son cuentas de gastos menudos, de arrobas de aceite, de partidas de trigo y cebada, cuando no peticiones judiciales referentes a pleitos surgidos a raíz de sus gestiones, o alegaciones, alguna de las cuales hace ya desde la prisión de la que espera, “si Dios fuere servido”, salir “presto”.

Ana Santos Aramburo, Directora de la Biblioteca Nacional, no dudó en coger la adarga antigua y la armadura que la convertía en caballero, pues ahora son nuevos tiempos y no hay lugar donde no pueda llegar una mujer; aunque aún quede mucho trabajo por delante. Ana Santos nos enseñó en su artículo cómo recordar a Cervantes con otros ojos: Recordar la figura de Miguel de Cervantes hoy, cuatrocientos años después de la muerte de un hombre a cuyo entierro no acudió prácticamente nadie, porque ese mismo día el pueblo de Madrid acudía masivamente a la rogativa a la Virgen de Atocha para que acabase la sequía, obliga a reflexionar sobre una serie de cuestiones que abarcan algo más que su excepcional obra literaria.

José Calvo Poyato, escritor y caballero, nos contó que como soldado, Cervantes fue honrado y valiente, virtudes que exalta en más de una ocasión en el Quijote. Una valentía y honradez que puso de manifiesto en un hecho menos conocido que las heridas de arcabuz que recibió en pecho y brazo en Lepanto. Nos referimos al hecho de que en vísperas de aquella batalla, Cervantes se encontraba enfermo, estaba aquejado de fiebres. Su capitán y compañeros le instaron a permanecer a cubierto durante el combate. Se negó replicándoles que prefería morir luchando por su Dios y por su rey que estar a resguardo mientras sus compañeros de armas arriesgaban su vida. Pidió a su capitán combatir en el sitio de más riesgo y peleó en el esquife.

Juan Granados, escritor y caballero, nos explicó cómo trata Cervantes en su Quijote las vidas de caballeros de fábula como Don Cirongilio de Tracia o  Félix Marte de Ircania en contraposición a las historias reales de grandes soldados como el Gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, y la vida de Diego García de Paredes, el Sansón de Extremadura: quemar? …/… mas si alguno quiere que-mar, que sea ese del Gran Capitán y dese Diego García, que antes dejaré quemar un hijo que dejar quemar ninguno de esotros. 

Fernando Martínez Laínez, escritor y caballero, nos acercó a la misión secreta de Cervantes en Argelia: Existen pocos datos sobre el verdadero contenido de la acción secreta que llevó a cabo el escritor en Berbería, que tenía que ver con la tregua que España y Turquía negociaban bajo cuerda en el Mediterráneo. Todo apunta a que Cervantes, vuelto a España, pidió a Mateo Vázquez que siguiera contando con sus servicios en misiones de inteligencia, algo que, por razones que ignoramos, no se concretó. Lo cierto es que, una vez fracasadas esas aspiraciones, Cervantes cambia las armas por las letras y reafirma su voluntad de emprender carrera literaria. Una decisión que don Quijote de la Mancha y la posteridad le agradecerían.

Francisco Crosas, profesor y caballero, escribió sobre la justicia en El Quijote, esos grandes valores que viven siempre tanto en la realidad como en la imaginación, esos grandes valores y esa ética que componen siempre la base de la totalidad de las cosas reales o irreales:  también hay una “justicia” poética... Los personajes, sean elfos o soldados de los tercios de Flandes, deben ser cabales, creíbles; su conducta —buena o mala— debe estar regida por una coherencia moral, sin la cual la obra literaria queda coja. Esta se cumple maravillosamente en el Quijote; a pesar de la parodia, don Quijote se sale con la suya: con golpes o con caídas, el caballero acaba siendo un campeón de la Justicia en un mundo mediocre. Y esa grandeza se aprecia mejor en la Segunda Parte (el Quijote de 1615).

Ulises Bértolo, escritor y caballero, nos llevó por el barrio de las Letras, dando mandobles con la mano izquierda de Cervantes: imagino que Cervantes observa su mano izquierda, inerte por culpa de un arcabuzazo, esa misma que muchos decían cercenada de cuajo y por la que lo llamaban manco, pergeñando un punto de vista sobre otro hasta convertir la realidad en algo verdaderamente complejo. Luego imagino que cierra la diestra alrededor de una pluma y respira aliviado antes de comenzar a manchar el papel con las primeras letras de tinta, pues a pesar de que fue sentenciado a perderla por haber acuchillado a un forastero en Madrid, consiguió eludir el corte huyendo a Sevilla para embarcarse hacia Italia.

Carlos Belloso, profesor y caballero, nos explicó cómo era Cervantes, pues parece que sólo Cervantes sabía quién era Cervantes: Yo sé quién soy.  Pero el profesor Carlos Belloso, por boca de Francisco Márquez, amigo de Cervantes y comisionado por Gutierre de Cetina para la censura del libro, nos  clara un poco más quién era Cervantes: Preguntáronme, unos franceses por el autor del libro El Quijote, muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Hálleme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a lo que le respondieron: Pues, ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público? (…) Si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo.

¡Pero hombre, esto es España!, ¿cómo va a tener España muy rico y sustentado a un hombre como Miguel de Cervantes?, ¡Por Dios, en qué cabeza cabe! Morirá pobre, lleno de frustraciones, nada reconocido, tullido por su país, abandonado por sus compatriotas y denostado por sus compañeros de letras.

Ya ven, en estos tiempos de wifi, de vez en cuando, uno recibe telegramas azules, que van de Sur a Norte, muchas gracias caballeros Darío Villanueva, Ana Santos Aramburo, José Calvo Poyato, Juan Granados, Fernando Martínez Laínez, Francisco Crosas, Ulises Bértolo, Carlos Belloso por haber metido el alma de Cervantes en el periódico Tierra y que haya llegado a todos los viejos Tercios de España, herederos de aquellos soldados de los tiempos de don Miguel de Cervantes. En los centenarios de escritores o en los años de los poetas o siempre, no debemos de olvidar el seguir escribiendo telegramas azules que vayan de Sur a Norte.

 

1 comentario:

  1. Una satisfacción recibir esos "correos" azules... A disfrutarlos.
    Un saludo.

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